Los años de gran crecimiento económico que marcaron la década pasada tuvieron impactos diferentes sobre hombres y mujeres en regiones mineras del Perú y la región. Cuando empezamos a exportar cada vez más minerales se creó mucha expectativa a nivel local por nuevas oportunidades de empleo y mayor desarrollo. Sin embargo, aún permanecen importantes brechas entre las personas, particularmente sobre las mujeres

Estas líneas buscan describir cómo cambiaron los tipos de trabajo y los roles de cuidado en la familia de mujeres viviendo en regiones mineras del Perú y de América Latina. Para hacerlo, usaré datos que hemos podido reconstruir tras revisar las encuestas nacionales de hogares en Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, México y por supuesto Perú. Estas reflexiones son aún muy iniciales y son parte de un reporte próximo a salir que escribimos con Claudia Viale para la oficina latinoamericana del Instituto para la Gobernanza de los Recursos Naturales (NRGI).

Más y mejores trabajos, pero para hombres

La minería es una actividad que puede generar empleos formales y bien remunerados, incluso en el ámbito local. Cuando pensamos en los trabajos dentro de un campamento minero, muchas personas pueden entrar en ellos y hacer carrera.

Hay diversos casos de hombres y mujeres que empezaron trabajando en servicios de transporte, seguridad y cocina, y fueron incorporados como trabajadores regulares. Pero incluso en estos escenarios ideales, aún hay fuertes brechas entre hombres y mujeres.

A nivel mundial se estima que de quienes trabajan directamente para la minería (y los hidrocarburos) sólo entre 5 y 10% son mujeres. En nuestra región, son un 12%. Es decir, de 10 trabajadores sólo 1 es mujer.

Pero el problema no sólo es cuántas son sino en qué trabajan. El Ministerio de Energía y Minas ha estimado que en el Perú si bien se está empleando a más mujeres, muchas siguen en trabajos de “menor rango” y entonces no ganan los mismos sueldos: la mitad trabaja en puestos administrativos, un tercio en operaciones generales y sólo el 4% de ellas está en puestos de gerencia.

Pero el mayor impacto sobre el trabajo local no sucede dentro de los campamentos sino alrededor de ellos. En realidad, la minería no produce mucho empleo directo. En el Perú emplea a aproximadamente el 1,2% de los y las trabajadoras en el país (considerando que hay 16.5 millones de trabajadores y de ellos, 190 mil trabajan directamente en minería).

Es con los empleos “indirectos” donde se crea mayor impacto. Sobre todo, en la etapa de construcción se crean muchos trabajos para obras, transporte, alimento, hotelería, etc. Pensemos en cómo un campamento minero puede incentivar a que surjan ciudades enteras o generan migración de los trabajadores empleados en empresas que le brindan servicios al campamento.

Pero estos trabajos suelen ser temporales y en contextos de gran informalidad, se corre el riesgo de reproducir escenarios de fuerte exclusión y explotación (incluida la explotación sexual).

Aquí, ser hombre o ser mujer no es igual. Revisando las estadísticas nacionales, ambos obtuvieron más empleo y más salarios en regiones mineras. Sobre todo, se amplió el trabajo en servicios a la vez que se mantiene la importancia de la agricultura.

Sin embargo, en el Perú y en todos los países estudiados, se mantuvo e incluso se amplió la brecha en los ingresos entre hombres y mujeres, a favor de los primeros. Además, cuando en los últimos años disminuyó la actividad minera (y su 'efecto multiplicador'), más mujeres que hombres regresaron a trabajar en la agricultura y ellos permanecieron más en los servicios. ¿Por qué sucede esto?

Familia y trabajo, difícil de balancear

Existen muchas razones detrás de la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres viviendo en zonas mineras. Permanecen brechas en la educación y aún carecemos de políticas públicas suficientes que se enfoquen en el problema del empleo. Pero también existe un elemento cultural que hay que discutir.

Nuestro país y nuestra región es una sociedad machista y tradicional. En este escenario, las mujeres continúan asumiendo el grueso de las tareas dentro del hogar y el cuidado de los hijos, lo que genera que no puedan dejar fácilmente la casa para buscar trabajos. En las regiones estudiadas vimos que, si una mujer es madre, le es mucho más difícil entrar al mercado laboral.

A través de otros estudios se sabe que a nivel nacional y latinoamericano el poder que le da a los hombres ser las cabezas de sus familias también se traduce en el liderazgo que tienen dentro de sus comunidades.

Esto es importante para ámbitos mineros, pues muchas veces los acuerdos de creación de empleo local se negocian entre compañías y entre gobiernos con quienes son reconocidos como los dirigentes legítimos de las comunidades.

En este escenario donde las mujeres están excluidas, no se piensan proyectos o políticas desde y para ellas. ¿Cómo podemos transformar esta situación?

Tareas para la igualdad

En el marco del Día Internacional de la Mujer, una primera tarea es permitir que sean ellas quienes ayuden a imaginar las soluciones para transformar su realidad. Las políticas públicas no pueden sólo imaginarse 'desde arriba', pues no sólo cada contexto es diferente, sino porque también la participación ciudadana es un derecho y una oportunidad para diseñar, fiscalizar e implementar nuevas medidas hacia la inclusión.

Las metas para lograr la igualdad deben aspirar a equiparar la oferta de trabajo para mujeres dentro del sector. Pero trabajos que sean dignos y bien remunerados. Afortunadamente ya existen esfuerzos en esta línea, pero hay que ser más ambiciosos en sus logros.

Nuestro gobierno también debería realizar más esfuerzos para formalizar el trabajo en nuevos entornos mineros y las compañías podrían ser más responsables sobre los trabajos que se crean localmente por las compañías subcontratadas por ellos para dar servicios al campamento.

También se vuelve importante aumentar el alcance y la calidad de aquellos programas sociales y servicios públicos que apoyan a las mujeres viviendo en zonas rurales mineras en sus roles de cuidado. Como aquellos destinados a atender a la infancia, la salud y la educación. Estos esfuerzos podrán aliviar su carga en el hogar y darles así mayores oportunidades laborales.